Introducción
En algún momento de la vida nos enfrentamos a dificultades. La pérdida de un familiar, un accidente, una enfermedad incurable, crisis existencial. Contar con una persona confiable y con conocimientos en el tema que nos guíe puede ayudarnos a recuperar el equilibrio.
Las crisis producen cambios en los patrones de comportamiento habituales alterando el funcionamiento cotidiano. Estos momentos generan estrés y son también una oportunidad de crecimiento.
Después de la muerte de un ser querido podemos sentir que la vida es un desafío. Quizás surjan preguntas: ¿Cómo sigo con la rutina diaria? ¿Cómo puedo trabajar sin cometer grandes errores? ¿Cómo cuido a las personas que me rodean? ¿Cómo me cuido a mi misma?
A lo largo de los años hemos recibido muchas consultas de familias preguntando cómo hablar con sus hijos cuando un familiar acaba de fallecer. Nos gustaría compartir una de estas llamadas y las pautas ofrecidas. Los nombres y detalles biográficos han sido cambiados por razones de confidencialidad.

Photo Alina Ryabchenko. Unsplash
¿Cómo digo la verdad?
Claudia trabaja como administradora de la universidad. Recientemente se ha incorporado a la oficina después de dos años al cuidado de sus hijos, Marisa (3 años) y Oliver (5 años). Su esposo Juan viaja con frecuencia a conferencias internacionales sobre biodiversidad.
Antes de salir a recoger a sus hijos de la guardería, las autoridades locales la informan que su esposo se vio involucrado en un accidente de coche y no sobrevivió.
Claudia nos llama a la mañana siguiente y con voz temblorosa pide consejo profesional. Describe brevemente lo sucedido y nos cuenta que sus dos hijos pasaron la noche en casa de una amiga quien los traerá de regreso esta tarde. Claudia no sabe qué decirles.
Como Claudia se encuentra en estado de shock, tenemos que ser muy cuidadosos al escucharla y ofrecer pasos claros que sea capaz de seguir. Seremos conscientes de utilizar un tono de voz cálido, repetir más de una vez el mismo mensaje y enviar después los puntos por escrito.
Aquí nuestras sugerencias:
- Elige para hablar un lugar de la casa en el que Marisa y Oliver suelan sentirse seguros y relajados.
- Comparte parte de cómo te sientes y explícales con palabras sencillas lo que ha pasado, evitando eufemismos.
- Asegúrales que pueden sentirse confundidos, con miedo, tristes, enfadados y cansados. Si Marisa o Oliver quieren ir a jugar esto es una señal que indica que no es necesario seguir hablando ahora. Si lo piden, concede permiso y espacio para jugar.
- Recuérdales que estáis juntos y que no los vas a abandonar.
Por el momento le sugerimos que una persona de confianza esté con ellos en la casa y los ayude en las labores prácticas (llevar a los niños a la guardería, hacer compras, cocinar) para que la rutina diaria no se vea interrumpida.
Sugerimos a Claudia que nos contacte mañana para compartir cómo fue el día y reiteramos nuestra disponibilidad.
En los días siguientes, el apoyo de los profesores de la guardería y el de la comunidad puede ser de gran ayuda para garantizar que tanto Marisa como Oliver sean escuchados. Si al día siguiente de recibir las noticia los niños no quieren ir a la guardería, le sugerimos a Claudia que les permita quedarse en casa, ya que es posible que necesiten estar cerca de su madre.
Hay innumerables familias como la de Claudia que pueden beneficiarse de tu ayuda. Si quieres recibir formación en esta área compartiremos nuestros conocimientos y experiencia en el programa educativo ‘Grief Child Support Education’ que comienza en el mes de mayo. ¡Te esperamos!
Iván Gómez García
Director del Centro de Acompañamiento Creativo
Psicólogo experto en psico-oncología y cuidados paliativos
Psicoterapeuta Gestalt (AETG-FEAP)
“En el arte como en el amor la ternura es lo que da fuerza.” Oscar Wilde


